jueves, 18 de febrero de 2010

Luisa Miller. San Francisco, 1974.



El 13 de noviembre de 1974 Pavarotti debutó como Rodolfo en "Luisa Miller", un nuevo paso en su camino verdiano. La incorporación - como las últimas, Fernando de "La Favorita" y Riccardo de "Ballo" - se produjo en el War Memorial de San Francisco. El papel prolonga los aspectos más dramáticos de la vocalità de Edgardo, a la vez que se mantiene la necesidad de un canto de noble línea belcantista. Las explosiones nerviosas abundan y exigen una zona de passaggio no sólo perfectamente recogida, sino también más robusta y metálica que en el antepasado donizettiano: se va definiendo así el tenor spinto. Es la única forma de sostener las imprecaciones de Rodolfo (Finale Primo, "L'Ara o l'avello", "Maledetto il dì") sin perjudicar la salud vocal ni caer en las sonoridades abiertas, que le robarían toda su nobleza al personaje. A pesar de estos riesgos, Pavarotti se muestra dominador del papel; increíblemente dominador, teniendo en cuenta que eran las funciones de su debut. Vocalmente existen pocos problemas y la afinidad dramática es sobresaliente, identificándose en especial con los momentos de mayor tensión emocional, con una mezcla de fiereza, candor y ternura de gran tenor romántico. El personaje llegará a ser quizá su mejor papel verdiano: al no conocerse grabación en vivo de Carlo Bergonzi, podemos decir que Pavarotti fue el gran Rodolfo de posguerra. A Carlo Bergonzi se referirán repetidamente los comentarios de la grabación.

Acto Primero.

Primera Escena. El personaje de Rodolfo hace su entrada con un chispeante dúo que es puro Donizetti. Pavarotti se muestra ligero y brillante y reproduce con corrección la nerviosa escritura de notas breves con sus característicos silencios. El timbre suena juvenil, romántico, efusivo. Además se funde maravillosamente con el de Ricciarelli.

Segunda escena. Rodolfo canta un dúo con la Duquesa Federica que exige un canto elegante y mesurado, de cortesía áulica. En el cantabile "Degl'anni primieri" se requeriría por tanto mayor contención de la mostrada aquí, como se escucha a Carlo Bergonzi en su registro para la RCA.

Bergonzi y Verrett

En la cabaletta "Deh!, la parola amara" la frescura y el lirismo del canto se imponen con mayor fortuna, pero también puede atenderse a la sabiduría con que Bergonzi cierra la estrofa, respetando el pp escrito. Por otro lado, el primer la agudo de "mentir" parece abrirse un poco. A su lado, una Tourengeau menos engolada que de costumbre y bastante atenta a los matices de la melodía.

Tercera escena. En primer lugar hay que detenerse en uno de esos momentos verdianos de rara belleza, el juramento que canta Rodolfo . Se pide "Con passione. Grandioso" y así reproduce P. esta arrebatada frase, que se funde con la conmovedora voz del clarinete y asciende al lab tras un expresivo melisma. Entra el Conde en escena y Rodolfo se muestra como un digno heredero de la fiereza de Edgardo. Sus intervenciones en el Finale Primo, obra maestra del autor, son estupendas por el patetismo del acento ("Foco d'ira è questo pianto... Cedi all'amor mio") y la nitidez con que su voz se integra en el concertante. Posteriormente se lanza con bravura hasta el dob agudo (=si natural) optativo de "il core io le trapasso", una verdadera explosión dramática. En el siguiente pasaje, donde amenaza al Conde ("Ah! tutto tentai, non restami") llega a superar a Bergonzi por el vigor del acento y el slancio, con un impresionante crescendo hasta el la agudo (Tutta voce. Tutta forza) de "Conte di Walter". Un momento de auténtico tenor romántico. No obstante hay que señalar que la emisión muestra cierta tendencia a abrirse en los ataques di forza, que son en realidad los que distinguen al tenor spinto verdiano de un lírico. En este caso se aprecia en el la3 de "se crudo, inesorabile". Peligros de cantar Verdi aun con una técnica de primer rango.

Acto segundo.

La gran escena de Rodolfo no opone dificultades insuperables desde el punto de vista técnico, pero las exigencias expresivas son grandes. Si lo comparamos con Bergonzi, Pavarotti es sin duda un personaje más juvenil y vulnerable: frente al viril recitativo del parmesano, el de Módena opone una articulación con un poco menos de mordiente (escúchese a ambos en “Io risponder dovrei”) pero un acento más melancólico e incluso variado. Un Rodolfo que canta como Pavarotti “Tanta perfidia! Un alma si nera!” es la encarnación de un héroe adolescente, de inocencia romántica, que ante la traición siente más desconsuelo que ira. Es un matiz que viene a complementar la fuerza y squillo de los ascensos al la y lab, donde evidentemente aventaja a su colega en calidad pura del sonido. Piano y Appasionatissimo indica Verdi al comienzo de “Quando le sere al placido”: aunque no resalta del todo la dinámica (en Bergonzi sí se percibe con más claridad) hay un recogimiento que se hace evidente al desplegarse la voz en el primer crescendo (“lo sguardo innamorato”). Los signos dinámicos se realizan convenientemente, aunque sin igualar el ejemplo bergonziano. En el da capo P. se detiene en “Amo te sol dicea” (lab), mientras Bergonzi se atiene a lo escrito. No obstante es una corona tradicional que en este caso tiene un resultado emotivo. También es conmovedora la dulzura con que repite “In suon angelico” antes de tomar el lab agudo de “Ah! Mi tradia”. A continuación se repiten estas palabras con la indicación “Con disperazione”, seguramente respetada; se percibe una nota de apoyo – habitual – para alcanzar un nuevo lab desde el do central (B. usa un portamento más discreto) La cadencia alterna dinámicas con intención pero opta por añadir el “Ahimè” heredado del verismo en vez del introvertido final verdiano. (Hay que notar que Bergonzi no respeta enteramente el pp escrito)
La cabaletta, sin repetición, es peligrosa por la insistencia en una zona especialmente grave y el riesgo de abrir los agudos di forza. Pavarotti se muestra un poco prudente al inicio, pero acentúa con intención “Nemmeno il ciel potrei” - nervioso, crispado - y resulta vigoroso en los ascensos primero al la y luego al sib agudos. Omite las frases de la stretta para lucirse en un estupendo sib de cierre.

Bergonzi.

Acto Tercero.

"Luisa Miller" concluye con una escena que quizá sea lo mejor compuesto por Verdi hasta esa fecha. "Prega! Ben di pregare è tempo" exclama Rodolfo, pero sottovoce, como sugiere el acompañamiento en ppp de los violines. Sotto voce e tremando indica esta vez Verdi expresamente en el segundo "L'hai tu vergato?": el intérprete atiende a este requirimiento. La intención en el diálogo con Luisa es sobresaliente, como la explosión "M'arden le vene... Una bevanda!", que mantiene el carácter citado en "O fede negar potessi": hay más dolor que ira. Rodolfo no es un juez inexorable: sus actos son fruto de la desesperación. "Inorridito" se prescribe en "Tutto è compiuto", bien reproducido. Sigue la escena donde rompe su espada, estupenda por la intensidad controlada, sin la menor exageración. Verdi varía el tempo con un instinto dramático de maestro. El Largo "Quel'occhi, in cui splende" es fervoroso y encuentra la articulación neta y agresiva en las frases centrales que culminan Tutta forza ("Un'anima d'inferno!"). También resulta afortunado su acercamiento al "Con voce soffocata" de "In questi angosciosi momenti": el sonido se difumina sugiriendo ese efecto sin la menor sombra de intención naturalista (en este caso supera a B. claramente). Menos atento se muestra al > de "Pietade almeno", pero sí al Diminuendo ed allargando con que concluye la frase. Se inicia el bellísimo Andante y la elegíaca melodía suena amplia y conmovedora. Sólo la comparación con Bergonzi permite observar que el diseño de las frases en realidad requeriría recoger aun más el sonido tras la nota más alta, redondeando así el juego tensión-distensión ("Son le stille d'un gel che piomba"). En ambos tenores se perciben dificultades para descender al re grave de "Dalla volta d'una tomba". En todo caso, el modenés cuanta con la imposible mezcla de dulzura y metal de su timbre en esta tesitura, de una belleza punzante, en particular al desplegarse el crescendo que desencadena el clímax del dúo. Aquí el tenor omite la puntatura tradicional al si agudo con la soprano, que por ejemplo sí tomaba Richard Tucker. El hecho no resta valor al magnífico resultado.

Bergonzi y Moffo.

Sigue la escena y escuchamos un Rodolfo aniquilado ("Amasti Wurm?"). El diálogo que revela la terrible verdad de la carta de Luisa es vibrante: Col grido terribile della disperazione escribe Verdi en el ataque de "Ah! Maledetto il dì". Pavarotti lo ataca con verdadero slancio romántico, el acento es de un dramatismo estremecedor, la entrega absoluta. El coste de tanto desbordamiento es sólo un la agudo un poco abierto en "Sangue": en el resto de la página la voz se expande squillante y límpida como una espada de plata hasta el tremendo si bemol de "Tuo furor". Cuando un Rodolfo de estas cualidades además es capaz de susurrar así "Fui creato, fui creato", como si se le escapara la vida misma, o de convertir la escala de "Nel tremendo tuo furor" en una convulsión nerviosa, ni siquiera Bergonzi puede igualarlo.

Bergonzi y Moffo (II) .

Tras el bellísimo Trío, donde su timbre angelical resulta perfecto, llega el desenlace, intolerablemente recortado en este caso. Rodolfo se despide con un magnífico si bemol.

Al lado de este Rodolfo, la Luisa de una joven Katia Ricciarelli, en ese momento luciendo la fugaz frescura de una voz bellísima, esmaltada, con metal en el agudo. Sus momentos más afortunados están en las melodías elegíacas, que canta con legato de gran escuela y sensibilidad, exhibiendo además una rica gama de medias voces y pianissimi. En las agilidades, tanto las ligeras como las de fuerza, se encuentra menos cómoda aunque salva los obstáculos con notable seguridad, excepto por los trinos omitidos en su aria de salida. El inconveniente llega con Louis Quilico: robustísimo y con carácter, pero de emisión estentórea y engolada, monótona en su inmisericorde forte, salpicada además de sollozos veristoides. Estupendo ese gran profesional que fue Giorgio Tozzi como Conte di Walter, papel que conocía al dedillo: sólo sobraron las risas del Finale Primo. Un jovencísimo Jesús Lopez-Cobos dirige con mayor brío del que nunca se le escuchó en los últimos años en el Teatro Real.

La grabación corresponde al 29 de noviembre de 1974, última de la serie de cinco representaciones programadas. Disfrutadla.

http://rapidshare.com/files/337087998/Luisa_Miller_Pav_74.zip

1 comentario:

Alejandro Martínez dijo...

Hay, al menos, un registro en directo con Bergonzi, aunque tardío:


Metropolitan Opera House
January 20, 1988

LUISA MILLER {50}
Giuseppe Verdi--Salvatore Cammarano

Luisa...................Silvia Mosca [Debut]
Rodolfo.................Carlo Bergonzi
Miller..................Wolfgang Brendel
Count Walter............Paul Plishka
Wurm....................Sergei Koptchak
Federica................Isola Jones
Laura...................Loretta Di Franco
Peasant.................Meredith Derr [Debut]

Conductor...............Nello Santi