
lunes, 28 de septiembre de 2009
Pavarotti en concierto

lunes, 1 de junio de 2009
Primo Tenore

El recital resplandece, con sus excesos, como paradigma de lo que significan la voz y la personalidad de tenor.
John B. Steane ("The Grand Tradition", 1971) sólo tiene elogios para ambos registros: "Sugieren la dirección en que Pavarotti podría estar moviéndose, ya que aunque su voz es delgada (quizás debido al "recogimiento" de su emisión), también es sólida y penetrante. Hay ciertamente un tenor heroico en potencia". Aunque el crítico inglés conocía bien la voz de Pavarotti desde que lo escuchó en Londres en la Royal Opera House ("La Sonnambula" en 1965) este último juicio naturalmente era un poco precipitado, ya que el tenor heroico italiano es una voz de mayor amplitud y solidez en los registros centrales.
Productor: Christopher Raeburn
(1) En Voci e cantanti (Firenze, 1871) Enrico Panofka culpó a este proceso de falsificación en la vocalità de Arnoldo de la progresiva "decadencia" del belcanto (!), haciendo cómplice a Rossini, por no desautorizar públicamente la interpretación de Gilbert Duprez. El tenor francés fue el primero en cantar Arnauld con los agudos en voz plena, que en realidad desagradaban al compositor pero hicieron furor entre el público. Se sustituía la emisión belcantista por la nueva di forza, más excitante y visceral, pero basada en el esfuerzo, con el inevitable riesgo que ello entrañaba. Nacía así el tenor "con dinamita en la garganta", en palabras de Pavarotti. Nourrit, desesperado por el éxito del rival, al que intentó imitar infructuosamente, terminó suicidándose. Sin embargo Duprez liquidaría su voz en pocos años.
miércoles, 21 de enero de 2009
El debut discográfico

El repertorio elegido era toda una presentación de un tenor cuyos intereses se centraban en los papeles más tradicionales y populares, demostrando ya lo que iba a ser una inquietud "cultural" más bien limitada. De las arias grabadas sólo la de Cavaradossi era de un personaje que aún no había asumido en el teatro (el propio di Stefano lo había prevenido de los peligros del papel para una voz lírica).
El primer corte de la discografía de Luciano Pavarotti - como su primera aria cantada en vivo - fue "Che gelida manina". Esta primera aproximación a su carta de presentación le muestra aún como un Rodolfo menos exuberante de lo que llegaría a ser. Su inicio, a media voz, es el de personaje pudoroso, casi tímido, que sin embargo ya deslumbra en el sib de "Chi son". En la frase "L'anima ho millionaria" se escucha una colocación sorprendentemente baja, incluso gutural, que corrige al afrontar los la naturales de "Talor dal mio forziere". El ataque al do agudo ya tiene la seguridad que estamos acostumbrados a escuchar - aunque se acerca prudentemente a la semicorcha escrita. El cierre de la página - a plena voz - es un tanto prosaico. De hecho en ninguna de las arias muestra demasiado interés en las dinámicas suaves, lo que redunda en la falta de claroscuros y por tanto en la variedad del fraseo. La persuasiva personalidad del acento, la inmaculada dicción que comunicaba cada palabra con nitidez absoluta en toda la tesitura, el timbre dulce y expresivo, son las virtudes ya apreciables. "E lucevan le stelle" le resulta un tanto exigente en varios pasajes: desde "O dolci baci", hasta "Le belle forme disciogliea" evita los signos de expresión de piano. Frases como "L'ora è fuggita", "E muoio disperato" castigan el registro de paso, donde exigen sonoridades más potentes que las de un tenor para el que este registro era precisamente eso, un paso hacia el agudo. El único momento realmente convincente lo tiene en "E non ho amato", donde ofrece el slancio pedido y un magnífico la3.
De nuevo en terreno familiar, en los solos del Duque de Mantua también hay pasajes de resolución dudosa: así, en el inicio de "Parmi veder le lagrime", con ese solb un poco áspero, algún portamento reprochable y legato poco fino. "La donna è mobile" posee el interés de escuchar la cadencia favorita de Lauri-Volpi y Fleta, donde se toca el do#4 sobreagudo. Pavarotti la usaba convencido de que le permitía adoptar una posición que le hacía cómodo el posterior si3 tradicional - como en efecto se percibe. Es el instante que le muestra más desenvuelto, algo que se echa de menos en general: falta el genuino descaro de tenor, suponemos que inhibido ante el estreno en el estudio discográfico. En "Questa o quella" el timbre pierde plenitud al descender a las zonas graves, pero suena mórbido y brillante en el lab.
Un apunte curioso: se percibe un característico acento de la Emilia-Romagna en la pronunciación ("Se la lasci") que eliminará por completo en adelante.
Por último, se hace notar la fortuna con la que los ingenieros de Decca captaron la voz de Pavarotti desde el principio: una voz que los italianos llamarían fonogenica. La emisión relajada, la morbidez del timbre incluso en el extremo agudo y las dinámicas ff, la riqueza de armónicos, eran las bases de esta afinidad con el medio fonográfico.
viernes, 2 de enero de 2009
Los Años de Aprendizaje (II): El debut
La función.
Se desconoce la fuente, pero alguien estuvo allí con un magnetofón entre el público para registrar una función de provincias en la cual debutaba un tenor destinado a ser el cantante más famoso del S. XX. Evidentemente, el valor histórico y emocional de la cinta es mayor que el estrictamente artístico, pero éste reserva sorpresas. A pesar de las comprensibles entradas a destiempo, que son unas cuantas, la función tiene el interés de mostrar que un joven debutante ya poseía una idea muy clara de un personaje que iba a desarrollar durante las décadas siguientes. Ya en sus primeras frases aludiendo a los "cielos grises de París" es reconocible la impulsiva voz del hérore romántico. Sin embargo de momento tenemos un Rodolfo más tímido, menos exuberante que el de años posteriores. También son ilustrativas la seguridad y personalidad técnicas que muestra para un cantante de veinticinco años (escúchese la brillante apoyatura de "che vive in ozio come un gran signor") Y lo que tiene más impotancia: aquí ya se presenta Luciano Pavarotti, que canta como sólo cantará Luciano Pavarotti, manteniéndose por ejemplo al margen del admirado di Stefano.
Vamos a detenernos en algunos pasajes significativos. Durante sus clases se había sentido intimidado por la tesitura central del inicio de "Che gelida manina", pero Campogalliani, con su especial forma de pedagogía, le había enseñado a cantarlas "conmovido" para que surgieran fáciles como aquí se perciben. Escuchar su timbre claro y juvenil en las acariciadoras frases "Se la lasci riscaldar", "al buio non si trova", ya es una experiencia especial. La voz ya tiene la redondez, la igualdad y sobre todo ese squillo excitante de los mejores años. Busca un buen matiz en "tosto si dileguar", pero se descuadra. Nos cuenta Magiera como durante el concurso había descubierto que para afrontar mejor la temible frase "la speranza", tenía que vaciar sus pulmones completamente en la anterior ("v'ha preso stanza") y tomar un gran aliento a continuación. Causa simpatía escuchar la reacción del público al nítido y potente do agudo que canta aquí. También es destacable la inquietud por cantar suavemente como al cerrar el aria ("Vi piaccia dir") y en el dúo con Mimì ("Fremo nell'anima") A lo largo de toda su actuación muestra una afinidad natural hacia el canto conversacional de Puccini, que comunica con una espontaneidad ya inimitable (por ejemplo, su breve "Dal mio pensier", donde Bjoerling resultaba tan serio). Sólo faltaban por pulir un par de frases donde declama. Para una voz de lírico que estaba en sus comienzos, el tercer Acto opone un riesgo grande con sus exigencias de canto casi di forza. Sin embargo Pavarotti se muestra seguro y brillante en los repetidos ascensos al la y lab (atención a "Di sangue") Falta un poco más de mordiente en el fraseo, que conseguirá en sucesivas actuaciones. Después de un racconto dramático, el acto acaba demandando de Rodolfo su habitual fraseo mórbido y amoroso ("Dunque proprio è finita"). Que se sentía comodísimo a estas alturas de la función se demuestra escuchando el buen diminuendo sobre el lab de "Alla stagion dei fior". Una vez en el último Acto, aunque parece un poco neutro al atacar "O Mimì tu più non torni", apiana con fortuna "Piccole mani, odorosi capelli". Su facilidad para los pasajes dialogados se pone de manifiesto también en los emotivos pasajes junto a Mimì en la escena final de la ópera.
Finalmente, aunque ninguno de los cantantes que lo acompañaron aquella lejana tarde de 1961 llegó a cumplir el sueño de una carrera destacable, no puede dejar de reconocerse la dignidad y corrección de su actuación.
http://rapidshare.com/files/10530093/LA_BOHEME_Pavarotti__debut_.rar
29 Abril de 1961
Rodolfo - Luciano Pavarotti, Marcello - Vito Mattioli, Mimi - Alberta Pellegrini
Colline - Dmitri Nabokov, Musetta - Bianca Bellesia
Francesco Molinari Pradelli
http://www.subirimagenes.com/imagenes/669260cover
Se reconoce la amabilidad del forero @lm@viv@, que proporcionó el enlace.
(1) En "My own story" (1980) Pavarotti aún tuvo ganas de revancha: "[Mi triunfo] lo enfureció. Aprendí enseguida cómo la envidia es una enfermedad extendida en el mundo de la ópera".